Atardecer en el salón verde

ATARDECER / LOBBY 
[Dos personajes -hombre y mujer- entran por la puerta principal de una amplia habitación. Colocan los abrigos en el perchero junto a la puerta y se sientan en los dos únicos sillones individuales a la mitad del salón, enfrentando un balcon entreabierto. Dos burós, uno de cada lado, una mesita de centro y un reloj de pared son todo el mobiliario]

MUJER
-Qué agradable cuando los espacios son espaciosos y los techos tan altos.

HOMBRE
-Si, indudablemente.

[El anfitrión prepara té para él y su acompañante]
[Por el balcón puede verse a través de las cortinas -que suavemente son movidas por el viento- el final del atardecer, más azul que naranja][Sonido del agua caliente llenando la tetera][Vapor de agua]

HOMBRE
[Él sirve las tasas]
-Justo el tiempo necesario para que repose en el agua.

MUJER
-Está bien si se deja un poco más, amarga, pero el té verde es muy saludable. ¡Qué calor hacía esta tarde! esto ya no parece invierno, tendremos que esperar hasta enero para poder sentir un frío verdadero.

[Ambos esperan sentados en los sillones. El voltaje variable de la luz recién encendida, hace que la lampara del techo parezca latir cual músculo cardiaco. El silencio alrededor y el crujir constante del reloj de pared incrementan la sensación. El verde del papel tapiz sobre los muros da a toda la habitación el aire de una época ya extinta, de cierto tiempo más orgánico, más pacífico.

A la distancia comienzan a escucharse unas voces, estas charlan de manera cotidiana, casi falsa. Coincidencias de los vecinos que se encuentran a la salida o entrada del hotel.  

Sobre un buró justo al costado izquierdo de uno de los sillones, un jaguar de madera mira perpetuamente hacia el techo, apuntando los ojos a la lampara de cristal rojo. La luz que lo baña deja ver su cuerpo moteado con tinta china. El hocico entreabierto del animal lo hace simular sed]

MUJER
-Necesito un vaso con agua para beber, por favor. Fresca, de ser posible.
[El hombre se levanta y desaparece por otra de las puertas]  [Comienza a escucharse una variante de la Rapsodia en Azul de George Gershwin][Él vuelve con el vaso de agua]

HOMBRE
-¿Fue el gato verdad? quien le provocó la sed.

MUJER
-No, fue el calor de esta tarde. ¿A qué hora llegará Martha?

HOMBRE
-Parece que no llegará. El sol se ha puesto ya.

MUJER
-Siempre llega a tiempo, bueno, casi siempre. De cualquier forma no la necesitamos ahora.

HOMBRE
-En efecto. Nos han abandonado aquí, literalmente. Ojalá algo más interesante se le hubiera ocurrido.

MUJER
-Y ojalá no dependiéramos de nadie, con tal de hacer de nuestra voluntad.

HOMBRE
-Al menos tenemos la música.

MUJER
-Y el té.

[Risas de ambos] 

Soledad

La soledad está en el corazón de cada uno de nosotros, en nuestro propio núcleo, el mismo sitio donde inevitablemente enfrentaremos un día lo desconocido (la muerte).

Incognito

Ninguna llamada perdida en el teléfono de casa. No es que espere alguna en particular, es solo que me parece agradable recibir una de esas de vez en vez.

[-¡No manches! ¿y qué sentiste?] Pregunta un vendedor ambulante a la vendedora vecina, después de escuchar algo proveniente de ella, algo que yo no tuve la suerte de escuchar cuando pasaba por allí.

Música de fondo (Peggy Lee con Is That All There Is?)  
[-"I'm not ready for that final disappointment..."]

Hay un perro que parece sonreír mientras cómodamente está echado sobre el pavimento, resulta enternecedor, es una mezcla de chow chow y eso lo hace ver como un oso afelpado. El perro yace muerto sobre el pavimento a la orilla de la avenida insurgentes, aún así parece que sonríe. 

Dicen que el lago Zirahuén en Michoacán, hecho de lágrimas de princesa, se traga un hombre de vez en cuando. Me pregunto si habrá algún tipo de entidad de naturaleza masculina, que de vez en cuando también, se alimente de doncellas y las ahogue en su cuerpo líquido, las encadene con sus ramas o las desequilibre entre sus rocas.

Cine

Hacer cine es una labor de seducción, cierto tipo de persuasión casi erótica hacia un espectador ficticio, andrógino y eterno.  

Máxima

Ladrones, poétas y artistas jamás deberían estar dispuestos al matrimonio, o a contraer algún tipo de compromiso similar.

Caballos y Leones

Me reconfortaba encontrarme frente al gran ventanal de un extraño salón, los platos y tazones vacíos y algunos restos de comida cantonesa descansaban sobre la mesa después de haber sido utilizados.

A mi lado izquierdo estaba una mujer a la que yo sentía como una amiga genuina, no había nadie más en el lugar. Ambos estábamos sentados frente al ventanal, sobre un amplio y alargado sillón de rayas delgadas rojas y blancas, que lo atravesaban de manera vertical.

Justo después de la comida, la luz de media tarde caía sobre la mesa y su tibieza me produjo un letargo placentero, casi como el efecto del llamado té de jazmín -cuando está bien preparado-. El clima del lugar no era suficientemente cálido y poco a poco una necesidad de dormir se apoderó de mí. Mi deseo por abrazarla fue inevitable y así lo hice. Me ofreció sus brazos amables y tibios en su casi ausencia, o su despreocupada presencia.

Con los ojos cerrados, concentré mi atención en la brillantez de la luz y así, finalmente y con ayuda del abrazo, desaparecí en el magnífico resplandor del sol.

Pista

No reír unicamente de los dientes para afuera

Cadavre exquis

Son más de las diez. Comencé a sentir cierta incomodidad en ese jardín. Hice bien al despedirme. La vieja me vio fumando y no está de acuerdo en ello, lo sé, aunque no lo diga directamente y apele a mi apariencia física para hacérmelo ver de forma distinta.

Ya afuera me siento mejor. Vladimir adivinó que iría a visitar a unos amigos. Pensé que no habría nadie porque las luces estaban apagadas, saludé a todos, incluso a los animales. En un principio me sentí algo ajeno, despistado. Luego cierta elocuencia excesiva me invadía al punto que Fernando comentó que yo parecía haber consumido cocaína. 

En La Tregua me esperaban el director Padilla y su asistente Contreras. El tema del erotismo me gusta pero es demasiado trillado y más dentro de este espacio que ha sido plagado de desnudos frecuentemente. Estela, la mujer de Padilla, me hizo entender sin sutileza alguna que es inevitable tener que callar a un invitado ajeno que opina sobre un asunto que no le incumbe directamente.

Después, imposible llegar a CU, las calles cerradas. He caminado desde Balderas a la casa, tuve que volver dejando el coche botado. En mi camino a pie, me he dado cuenta de las innumerables cosas que uno se pierde por andar montado en un vehículo, de las incontables historias que se pueden recoger con la charla de la gente, de la atención que han perdido las cosas.

Canto repetidas veces ese grupo de canciones que me han fascinado últimamente. Pero he cantado hasta la nausea... solo quiero silencio y en silencio me marcho en la bicicleta. La noche en el centro es solitaria. 

Me como un par de quesadillas con la hija de la peluquera que ahora me ha llamado despectivamente bebé, porque no quise decirle el nombre de algunos de los ingredientes, porque hoy he bromeado demasiado con las personas, porque hoy he hablado más de la cuenta.

11:48hrs.
Me costó bastante levantarme de la cama, no pensé que fuera tan tarde.

En este viaje

Cada día tiene un momento -por lo menos- en el que me doy cuenta que sigo en el mismo viaje. 

La vida me ocurrió justamente así, 
como las cosas ocurren a la vida, sin razón.

Cada noche o día llega a mí, el aire, la luz, un aroma, la misma pregunta.

Conforme pasan los años descubro que esto no es nada simple.

Se trata de una certeza, más que de una pregunta y eso es lo aterrador. Es un sentimiento constante, no un pensamiento, que la vida me acontece ahora mismo.

Dudar de la existencia no tiene sentido, lo verdaderamente asombroso es despertar aquí cada mañana.

El llano

La vista desde aquí es increíble, todo está en la más inamovible calma... pero no deja de ser triste. El viento corta la piel como papel afilado que a primera vista parece inofensivo. El viento da forma a las cosas, es él quien las dota de su propia belleza.

Estoy algo cansado de caminar ya. ¿Donde está mi parte? Algún día reclamé mi parte sí, un poco de tierra, una mujer, mi nombre en la memoria de la humanidad; ¡sí! de la humanidad, aunque me cueste creerlo. 

Uno nace con ciertos preceptos sacados de no se donde, la naturaleza es hermosa, el sol lo es todo, el agua es la sangre de la tierra, el alma de la tierra es la fuerza gravitatoria... Pero pronto llega "eso" llamado humanidad, y se postra en uno y entonces si, nada se puede hacer.

El llano es hermoso y hermoso es también ver cómo lo peina el viento. Las criaturas que viven aquí son seguramente más fuertes que muchos de los de mi especie. El llano es hermoso pero no deja de ser triste, como triste es querer tanto a alguien y no poder confiar en él. Así el llano inunda mis ojos de polvo y estos se protegen con lo único que conocen, algo a lo que los hombres han llamado llanto. 

Hoy el sol parecía querer permanecer en el llano, yo lo vi, pero las nubes no dejan de opacar tristemente su majestuosidad, que yo sé está allí, callada pero cálida, vigorosa, alegre. Solo debo seguir caminando hasta no ver más nubes, pero estoy algo cansado de caminar ya, ¿donde está mi parte?

Casa de Ondas

Recién llego en bici al café, por suerte aún se encontraba abierto, es algo tarde. Encontré al señor "Susano" afuera de la Casa de Ondas justo donde encadené a mi Patricia. Susano dice que "Laura" vino por sus cuadros recientemente... se refiere a Diana. Quizá “Laura” organice otra exposición o quizá haga una subasta, agrega el viejo quien ahora me parece algo distinto, sus rasgos faciales se han alargado. Susano me despide con un poco de prisa de la siguiente manera: Que disfrutes tu café “Isra”, gusto en verte... pero mi nombre es Raúl. 

Noche-Espacio-Luna

Encapsula la realidad y móntate en las olas de la ficción, al punto de enloquecer; 
y olvidar el lugar de partida.

Aventurado es pronunciar una frase, la verdadera belleza se esconde detrás de las palabras.

Corre, corre, corre, el miedo no envejece contigo, ni conmigo.
El olvido es el regalo del tiempo, mis ojos son solo testigos de su imparable transcurrir.

Vienen, y me toman de la cabeza hacia arriba, me llevan de cuerpo completo.

Las piedras de metal, sus palabras se unen como invisibles fuerzas contrarias, impalpables, invisibles.

Escritor

Cuando me pregunto si acaso puedo pensar exactamente lo que otras personas piensan tal cual si entrara en su mente, me suena aparte de trillado, inútil. Pero anoche mientras dormitaba se me ocurrió que si un escritor puede pensar en sus múltiples personajes, y darles personalidad única, carácter único, mente única ...¿?... quizá allí podría radicar la diferencia. 

Si alguno de estos personajes soñara con pensar lo que los otros personajes de la misma historia piensan, entonces estaría tomando nada más y nada menos que el papel del escritor, y dicho papel abarcaría a todos los personajes; siendo así una mente única. De esta forma quizá, sería posible darnos cuenta quien es el que nos escribe. Y ese a su vez, se daría cuenta de lo mismo; hasta tocar el infinito.

¿Un vistazo?

Él a Ella  ó  Él a Él  ó  Ella a Ella  o  bien  Ella a Él:

-¡No importa lo que me digas! ¡cállate ya! ¡Si lo que dices no es verdad, no sé, ni puedo saber lo que piensas! ¡No puedo saber con certeza lo que hay dentro de esa cabeza! ¡Te odio! ¡Tampoco sé si lo que sientes por mí es verdadero o no! ¡No puedo entenderlo! ¡¿cómo puede caber tanta contradicción en alguien?!

Ella/Él ó Ella/Ella ó Él/Él o Él/Ella:

-¡Claro que importa lo que digo! sé bien lo que pienso y sé bien lo que siento; pero también sé bien que algunas cosas que hago contradicen todo; lo que digo, lo que pienso e incluso lo que siento. ¿Eres tan infantil como para no saber que la verdad humana no se esconde bajo el encanto de las palabras? nuestras propias palabras. ¿No se te había ocurrido que tampoco se encuentra en el misterio de nuestro pensamiento y sus ilusiones? ¿aunque éste sea ágil, o enciclopédico incluso? ¡Y por Dios o por lo que sea! mucho menos se halla en las profundidades de nuestras emociones y sus vuelos ambiguos. La verdad de uno mismo se encuentra en nuestras repudiadas y amadas acciones. ¡¿Para qué necesitas saber quien soy yo?! ¡No soy ni siquiera quien pienso que soy!, valdría más la opinión de alguien o algo externo que nos viera por fuera y desde su cómoda posición, nos examinara como roedores de laboratorio.

Él a Él/ Ella a Ella responde:

-Te odio... pero te quiero
y te necesito.

Otto y Mariella

Mariella camina por las calles y canta, lleva consigo una bolsa mediana de color negro con distintivos beige. Sus piernas son llamativas cuando usa esos shorts de mezclilla cortos. Lleva puesta una blusa muy ligera de apenas unos cuantos gramos de peso que a través del algodón blanco, deja entrever su sostén color verde esmeralda. 

No le molesta interrumpir su camino cuando de amigos se trata; siempre está lista para una coincidencia. Mariella comparte la lujuria desde hace algún tiempo con hombres mucho mayores que ella. No le molesta enfrascarse dentro de una contienda sexual donde sea que ésta acontezca.

Ella sueña con ser una prestigiosa cantante de ópera, parte del camino lo tiene ya recorrido; se perfila para grandes presentaciones como solista y como miembro del coro de madrigalistas. A sus 17 años impresiona a la audiencia en la sala de conciertos del conservatorio.

Le chiflan, la miran, la siguen, la cuestionan. Por las calles se escucha su voz de soprano coloratura que acompaña su andar. Es poco habitual escuchar con tanta claridad alguna pieza operística por las calles de la ciudad.

Mariella teme perder la cordura un día y entregarse a sus pasiones perdidamente. Teme perder el sentido común y sobrepasar la barrera del equilibrio. Cada día se mira a ella misma como un ser de creciente insensibilidad ante la humanidad. Mariella dice que Otto, su perro, es lo mejor que le ha pasado en la vida.

Se muda de aquí para allá, comparte el sitio, vive acompañada, vive sola. Tiene un novio pero no se niega a sus vicios favoritos con aquellos a quienes considera merecedores de sus encantos. Se complace mirando a la nada con una rebanada de pay de frambuesa en un café, justo antes de que la lluvia invada la calle. 

Ella no se considera bella, pero ¿Quién necesita de eso cuando se es tan talentoso? Su belleza está en el aire, que a sus ordenes vibra, invadiendo el espacio de sonoridad.

Tu Teatro, mi Teatro

No hace falta haber padecido las calumnias por las que atraviesa un tal Suboficial Beckman ni vivirlas en carne como el propio Wolfgang Borchert para entender que el humanero es el sitio más ficticio y a la vez, el más atractivo. 

Estúpidas convenciones, tontos acuerdos emotivos, engañosos contratos con letras chiquitas, adictivo imaginario, el deseo, el deseo, el deseo...
La bondad no te pertenece, la maldad es sumamente atrayente... han ocultado la verdadera naturaleza del hombre y en su lugar la han suplantado con títeres y tambores, con radios... televisores.

El deseo como motor de consumo, el deseo como motor de producción, ¿fidelidad al deseo?... ¡pan y circo!, nada más.

Acuerdos que no firmó cada uno, ficciones que se vivieron antes de siquiera saber que la ficción era posible. Borchert se quedó sin hígado, aparentemente; ¿a tí te hace falta un riñón? Beckman tiene ya una pierna de palo.

Puedes ser un hombre genial, puedes ser una mujer astuta, pero a caso ¿lo suficientemente consciente como para mirar fuera de ti? ¿fuera de tu ficción? Quien de todos los hombres y las mujeres se hallen a sí mismos inteligentes, que utilicen dicha inteligencia para los estúpidos fines que a ellos convengan, porque la inteligencia situada en el humanero no es más valiosa que las banalidades del mismo.

Corre, Brinca; abraza la belleza del rio, únete a sus criaturas, deja ya este reino de humanos que no se atreven a mirar más allá de sus ficciones.

La niña de las colitas

La pequeña lleva dos colitas de cabello a los lados de la cabeza, su madre se las hizo para que fuera más práctico su desempeño en la escuela. Su cabello siempre ha sido rebelde, grueso y negro, muy negro.

-¡Basta! ¡Basta!. Quiere decir ella al niño que le toma fotos a escondidas; pero nunca ha podido hablar cuando de verdad lo necesita. Solo mueve la cabeza y las manos como si un enjambre de abejas la atacaran en el momento que él dispara la cámara.

Ella persigue al niño por todo el patio de la escuela durante el recreo hasta que las maestras la reprenden por molestar a un niño tan bonito. Le gritan, la encierran. 

Algo en los ojos de ella los atemoriza, y su negativa al habla les desespera. Después la liberan cinco minutos antes de volver a la clase, para no sentirse culpables de que la han dejado sin recreo.

Los días pasan. Ella no tiene amigas ni amigos. Sola vaga por el recreo de la escuela, mira las plantas y les sonríe. De pronto y sin aparente razón, la niña se agita en el aire. Entonces las maestras la miran a lo lejos y sienten pena.

Cierto día siente que las abejas están a su alrededor, trata de mirar si el niño está allí, pero no está. Mira para todas partes y lo único que puede encontrar son masas de otros niños corriendo y jugando, pero nadie, absolutamente nadie la mira. Observa el cielo, inmenso cielo...

Un hombre de quizá cuarenta y cinco años mira fijamente una foto impresa. Es la niña de las colitas que le intrigaba en la infancia. Sobre la mesa hay quizá poco menos de quinientas fotografías de la misma niña en distintos momentos, algunas están arrugadas, viejas, manchadas.

Las abejas no existen pero tampoco se han ido y ella no puede tolerarlo. Entonces las maestras la miran a lo lejos y sienten pena. 

La pequeña camina cinco pasos y después esquiva a las abejas. A cada imagen que mira él, ella esquiva las abejas.

¡No puede hacer nada!, las acciones del futuro están afectando su presente y su conciencia es demasiado pequeña como para entenderlo. El hombre, que es el niño en otro tiempo, la mira a través de sus quinientas ventanas. Entonces la pequeña de las colitas corre a una de las ventanas del sótano. Se hace un ovillo y allí deja de sentir a las abejas. 

Él busca desesperadamente una imagen de la niña de las colitas en la ventana del sótano pero nunca tomó una sola de ese preciso lugar.

Las maestras la buscan, no la encuentran.
Pronto la descubrirán llorando hecha ovillo en una de las ventanas del sótano.
Ya han llamado a su madre. Será transferida a otra escuela.

Inmortal

Deshacernos de nuestra individualidad nos permite ser eternos, nos ofrece la eternidad, nos otorga lo perpetuo. Es un tipo de muerte social que a cambio, nos entrega una inmortalidad despersonalizada 

Memoria

En ocasiones los recuerdos vienen a nosotros sin previo aviso y se postran en nuestra conciencia para detonar en nosotros la existencia de otro tiempo, un tiempo que ubicamos como nuestro, un tiempo vivido.

En otras, algunos recuerdos insondables nos atrapan para dejarnos en la incertidumbre de su origen o incluso de su propietario. ¿Es mío este recuerdo? Memorias infantiles quizá, que nos saben ajenas, pertenecientes a un tiempo carente de continuidad, pero que se sienten en la piel, recuerdos sensacionales atados al viento, al sabor de la tierra, al calor del sol sobre la espalda.

Pensamos que nuestros recuerdos siempre estarán allí hasta que descubrimos lo contrario. Llegará el momento de la vejez, si es que llega, y toda esa enciclopedia de experiencias personales comenzará a evaporarse con lentitud, a volatilizarse poco a poco, y aquellos quienes suponíamos que éramos, dejarán de ser, y volveremos a ser niños.

Fantasía

La realidad se crea a partir de la fantasía.  

Esto es distinto a: 

La realidad supera cualquier fantasía. 

En fin, estoy de acuerdo con ambas proposiciones. 

En la primera es evidente que vivimos en las ideas de otros hombres: una casa, una calle, un autobús... todos existieron primero en la mente de su diseñador o creador; un televisor, un par de zapatos, etc. 

En la segunda, donde la realidad supera a la ficción, la cuestión no es navegar entre objetos diseñados, sino de enfrentarse al azar, el cual, por más que queramos controlar está fuera de nuestro orden humano, distinto de la “Fantasía” donde cierta diégesis está ya determinada y es finita. Finita y semi-determinada es la vida de cada uno, una vida - una historia. Es por eso que fascinan las historias, la ficción.

Alameda

Las burbujas de jabón llegaron para quedarse.

La Visita

Alguien llama a la puerta, son visitas inesperadas. Abro, es una familia completa, madre, padre e hijos pequeños. Parecen alegres de estar en esta casa de visita. Me preguntan por Malú y yo la llamo. Sale Malú y los recibe, ellos quedan sorprendidos y sin palabras al verla. Ella titubea un poco pero después pregunta confundida -¿Me buscaban? Y ellos responden que sí pero que la encuentran muy distinta, entonces ella confiesa acongojada que su marido ha muerto recientemente.

En la sala de espera

La compasión puede ser un impedimento para la supervivencia.
La noche se recibe con los ojos cerrados.

Retomando

Llego al puente que divide dos partes distintas del pueblo, es de madera y muy vistoso, un pequeño río corre por debajo. El Músico ya estaba allí cuando llegué. 

Él toca la flauta de pico, toca una melodía muy sencilla que en realidad me parece intrascendente y vana. Lo saludo y me saluda con su aire de indiferencia. De pronto me da la flauta y descubro que se trata de mi propia flauta, aquella que usaba algunos años atrás.

Comienzo casi sin darme cuenta a tocar de oído la pieza que el Músico tocaba hace unos momentos. Poco a poco la voy armando hasta que la tengo completa. Él me mía y escucha. Una vez que la tengo comienzo a repetirla, y cada vez que la toco me parece más rica y emotiva a pesar de su simpleza. 

Repito la melodía una y otra vez hasta quedar completamente conmovido. Estoy al borde del llanto, las notas me han parecido grandiosas, mi estado de ánimo se ha transformado radicalmente y me arrepiento de haber juzgado mal tan hermosa pieza. Miro alrededor pero el Músico ya no está allí.

Ella dice Dale Dale

-Oye? Si tuvieras todo lo necesario para vivir y no te preocuparas por nada, ¿a que te dedicarías?

-...mmm, a vagar.

-¿A vagar?
   
-Si, a vagar.

Ella dice: "-Dale, dale..." cuando decide terminar la conversación por alguna otra ocupación, ya sea que hable por teléfono o mande textos por algún medio digital, Dale dale, ándale, ok, si, adelante.

Estira las manos y muestra sus dedos enternecedores, dedos que coronan unas pequeñas manos conmovedoras. Estira las manos y no dice nada a su interlocutor que está sentado justo en el otro sillón individual de la sala.

Él la toma de ambas manos con las suyas y trata de llevarla hacia si. Pero ella se resiste y solo sonríe.

-¿Quieres venir o quieres que vaya?

Ella solo muestra un poco más los dientes blancos de una maravillosa sonrisa.

-Esta bien, voy, hazme un lugar. Dice él.

Ella se levanta y le permite acomodarse a su gusto para después sentarse en sus piernas. Se abraza a él, se acurruca, y ambos toman el té de soya.

El té en esa sala siempre ha tenido el mismo efecto en ellos, un sopor delicioso que los obliga a cerrar los ojos y compartir lo estático del sitio junto con esa planta que funge de adorno a la vez que de mascota.

Ella queda desvanecida es sus brazos y él la sigue en un sueño compartido. Una puerta que se abre repentinamente en el sueño, los hace brincar al unísono, pero eso no es lo suficientemente fuerte como para despertarlos del todo. Cada cual por su lado, naufraga en un sueño casi involuntario. Él cabecea y ella abre la boca mientras las cosas, quietas allá afuera, ven la luz pasar por los polvosos balcones del lugar.

Ella no dice nada cuando decide terminar la conversación, simplemente cuelga el teléfono o con un parco y escrito “ciao” termina la conexión.

Tierra

Ojalá hubiera una planta que al mascarla te enseñara a confiar. Amo a la tierra, pero desconfío de la humanidad.

Fragmento

Un famoso cuentista norteamericano que con el tiempo adquiriría fama mundial; escribió repetidas veces sobre ciertas peculiaridades humanas a las cuales describió como demonios. En la época que vivió y en la cual escribió al respecto, no fue tan aclamado como después indiscutiblemente sería por este tipo de historias.

Los demonios pueden interpretarse de múltiples formas; les han creado imágenes y mitos, se les ha temido y aún se les teme en algunos templos o incluso fuera de ellos. Todo el mundo sabe de la existencia de estas criaturas, los aceptan y los niegan al mismo tiempo porque los confunden con ellos mismos.

Una batalla interna es lo que hace sucumbir hasta el más grande imperio, dicen por allí, y de existir una entidad no humana que pudiera habitar y alimentarse de los hombres tal cual parásito de cualquier organismo viviente, ¿no habría ya suficiente historia humana como para argumentar que a través de todo este tiempo siempre ha padecido de la misma enfermedad?, ¿y que al mismo tiempo la ha atravesado sin poderse aliviar de una vez por todas de ella? Queda claro que el hombre si es una entidad capaz de alimentarse cual parásito de cualquier organismo viviente. 

La única cualidad humana es su ser omnívoro. Destruir es su mandato, destruir con su estómago, con sus manos, depredador por naturaleza, ¿será esta su condena real?, ¿una batalla interna?, ¿perpetua? Su naturaleza y costumbres lo han aniquilado. ¿Por qué un imperio debe sucumbir? ¿A quien más si no a los humanos se les ha ocurrido semejante cosa llamada Imperio?

Esta clase de demonio, el demonio hombre, es de lo más astuto que se pueda definir, aunque en realidad esta afirmación más que cómica es redundante, ya que todo lo que el hombre cataloga queda dentro del espectro del hombre mismo.

Eran las seis de la tarde pasadas de un día de primavera en la caótica ciudad capital. El cielo se había iluminado de manera espectacular desde muy temprano. El sol resplandecía como en esos parajes rurales donde los colores adquieren más intensidad que en cualquier ciudad. Hay días en que los lugares nos parecen otros, a pesar de que ante nuestros ojos se encuentren las mismas cosas, todo es cuestión de la intensidad de la luz del sol.

A David le daba lo mismo si se nublaba o no, pero no pudo dejar de advertir la claridad con la que el día se vestía. Su humor le pesaba bastante ya, en su rostro se notaba la insatisfacción que por las calles casi todos llevan debido a esa prisa estúpida que los habita. Lo extraño es que él no solía padecer prisa alguna. De alguna forma siempre se las había arreglado para vivir fuera de los horarios fijos, de las cansadas jornadas laborales, del terrible tráfico vehicular, y de mil cosas más que pululan la ciudad como un hervidero de insectos alimentándose de un cuerpo en putrefacción.

No tenía por qué culpar, de su pésimo humor, a su hambre o a sus horas de sueño, ambos ciclos los tenía en un régimen controlado. Hacía un tiempo había dejado las conocidas sustancias que tan trilladas por su ilegalidad parecían ahora en boga y que mantenían a gran parte de la población adormecida e impotente contra los designios de cualquier gobierno. Por mera curiosidad comenzó a consumir algunas sustancias años atrás , entre ellas la cafeína a la cual le había tomado un gusto bastante recurrente. Ninguna de estas sustancias poseía la cualidad de generarle una verdadera adicción y por lo mismo, una verdadera dependencia fisiológica.

En su mundo ideal, no cabía la pereza ni la pérdida de tiempo. Solía ser bastante severo consigo mismo y con todas las personas que lo conocían. Pero de eso ya hacían algunos años...

David se preguntaba por qué vivía, se preguntaba por qué aún tenía la vida. Sabía para sus adentros que toda aquella severidad y diligencia con la que pretendió vivir algunos años atrás, no le habían servido de mucho, pues en los actos realizados se reflejaba la verdad, no solo en su actitud obsesiva. Lo que había logrado a sus veinticinco años no era mucho, aunque para él, semejaba haber pertenecido al pelotón militar, o a una logia.

Así que ahora vivía sin contar el tiempo. En el mundo hay infinidad de cosas por ver, pero, ¿acaso uno debe mirarlo todo? Se cuestionaba mientras caminaba por su habitual acera en busca de un bocado... Quizá jamás se imaginó que encontraría a María precisamente en el mismo camino.

Gallus Metallicum

Fui forjado en el calor más intenso, en el fuego más constante, vivo; inagotable. La sustancia que me componía se regocijaba de vida y plasticidad en aquella caverna ardiente. La dicha y el júbilo no tenían comparación alguna. La vida solo me pasó, tal cual ocurren los acontecimientos sin mucho sentido; pero el poder que contenía era incomparable, irrefrenable e irresistible.
   Siempre han existido moldes, ¿quién creo el primer molde? ¿tiene sentido la pregunta? Fui vertido sobre mi molde inevitablemente, tal cual la gravedad atrae los cuerpos hacia la tierra. Conocí entonces mis límites físicos, mis alcances espaciales. El tiempo nunca fue un problema; mi propia naturaleza me hacía el maestro del tiempo.
   Gocé de la vida más pura mientras me formaba, el fuego me cubría todo, bebí el fuego, me alimenté del fuego; el fuego y yo fuimos uno. Luego después, yo era el fuego mismo.
   El candor que me alimentaba, la veloz vida que me movía; fue repentinamente cesada. Mi cuerpo todo se llenó de una sustancia helada, ágil, cubriente y a la vez densa. Sentí entonces el frío más grande que puede sentirse. Algo en mí se transformó para siempre... catarsis, tragedia. Todo mi cuerpo se recubrió de dicha sustancia que poco a poco endureció mi ser.
   Pero mi vida no terminó allí. Cuando aquella transformación finalizó, aún estaba consciente. Me hallé envuelto en la más extraña de las sustancias hasta entonces vistas por mí. Podía respirar con dificultad y apenas veía poco más allá de mi propio cuerpo. Algo en mí había muerto definitivamente, pero a cambio; un frío pesado me hacía sentir fuerte, reconfortado.
   Poco a poco la nube aquella se disipó. En mi memoria aún existía la gloria de mi principio, de mi creación. Aquel letargo quemante era ahora una rigidez aplomada. Aquella inconstancia de mi ser se hallaba resuelta en una magnífica estructura; una estructura tan fuerte que ni el cristal, la madera o incluso la piedra poseían. Me descubrí entonces indestructible.