Pequeñas Astucias

Entonces Ana se marcha, como un fantasma, con su habitual levedad. La última vez que vi a Ana me encontraba en una oficina.

Ana sube las escaleras, dice algo a alguien mientras sube lentamente. Puedo ver su languidez, su chamarra de mezclilla verde deslavada. Al principio no la reconocí, incluso pensé que era alguien más. 

Yo miro al escritorio porque no quiero hacer contacto visual.
Ana saluda a Marcos y después, de manera despreocupada, viene hacia mí y con un "Hola Jorge" me toca el hombro apenas, y rozamos las mejillas. No me ha dado la gana verla, pero la he saludado con la misma falsa candidez, para después volverme a la computadora.

Ana balbucea algunas cosas con Marcos, puedo verla, dice cosas de esas que delatan su inseguridad, su perpetua indecisión. Entonces Ana se marcha, como un fantasma, con su habitual levedad. Puedo verla descender las escaleras.